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NOTICIA
EL DERECHAZO QUE GOLPEA A EUROPA

En Francia, Suiza y Polonia, más del 27% de la población ha apoyado en las urnas a partidos de extrema derecha; frente al terrorismo y la crisis migratoria, varios políticos europeos han abrazado el discurso populista que hizo triunfar a Donald Trump. Xenofobia, racismo, desconfianza: ¿por qué la brújula política del Hemisferio Norte ha dado un giro fuerte hacia la derecha? Así recibe el Viejo Continente los golpes de un fenómeno global.

→ Por Evelyn Erlij, desde París

→Foto EFE

A fines de la década de 1920, la elite política y la burguesía alemana tenían un payaso predilecto, un hombre de “bigotito recortado” que vociferaba arengas inflamadas contra judíos y bolcheviques. Mientras el público lo aplaudía en los bares, la prensa se llenaba de caricaturas y la izquierda miraba su impulso autoritario como una broma de mal gusto.

“¿Hitler un tipo ridículo?”, pregunta con ironía el escritor alemán Rudolph Herzog, quien en Heil Hitler, el cerdo está muerto (2009) investigó el humor durante el Tercer Reich. El error de juicio, como se sabe, costó caro.

“Muy pocos contemporáneos se dieron cuenta de que aquel hombre no sólo era un demagogo de taberna —advierte Herzog—, sino también un político muy astuto que sabía maniobrar e ir contracorriente”.

Los ecos de esa cita resuenan fuerte en un mundo que aún se recupera de la resaca dejada por el triunfo de Donald Trump, pero no hay que confundir las cosas: no se trata de comparar al futuro presidente de Estados Unidos con el Führer alemán, sino de observar la manera en que, en ambos casos, una sociedad infravaloró la potencia de un fenómeno sociopolítico que hoy, como entonces, tiene a Occidente navegando hacia las aguas agitadas de la derecha reaccionaria. La pregunta sigue siendo la misma: ¿cómo un tipo considerado como un “bufón” por el establishment político —ridiculizado por los medios y chasconeado en televisión para saber si usaba peluca, en el caso de Trump— pasa a convertirse en uno de los hombres más temidos del mundo?

Ya sea por el fascismo y nazismo de antaño, o por el auge que desde los años ’80 tiene la derecha radical en países como Francia, Hungría y Austria, Europa guarda muchas lecciones que dar sobre esa marea turbulenta que, a falta de un mejor concepto, los medios y los políticos tradicionales se han empecinado en llamar “populismo de derecha”, un término nebuloso que condensa hechos y tendencias tan disímiles como la elección francesa de 2002, en la que se disputaron la presidencia Jacques Chirac y el líder del extremista Frente Nacional, Jean-Marie Le Pen, hasta el triunfo del Brexit en el Reino Unido.

La derechización del continente ha tomado formas radicales en el caso de partidos neonazis o filofascistas como el NPD alemán, Ataka en Bulgaria, el Amanecer Dorado en Grecia (con presencia en la Cámara de Diputados) y Jobbik en Hungría, el único de todos estos movimientos que tiene un peso real en la política de su país. A ellos se suman los partidos de la ultraderecha renovada o “neopopulista” del resto de Europa, grupos que abandonaron las tendencias autoritarias del fascismo tradicional y abrazaron entre sus causas el ultranacionalismo, la xenofobia y el rechazo a la Unión Europea, como ocurre con el Frente Nacional francés, el Partido de la Libertad holandés, el FPÖ austríaco y la Liga del Norte italiana, todos con representantes en el Parlamento Europeo.

Reportaje completo en Caras #749, Diciembre 2016.

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